lunes, 20 de diciembre de 2010

En su momento me presentaré...

...pero ahora solo quiero escribir.

Cada vez tengo más claro que me moriré mirando un reloj. Sé, muy a mi pesar, que el tiempo es mi mayor aliado, pero también sé que me hace sufrir como le da la gana...

Gracias a determinados momentos de mi vida he aprendido que el tiempo lo cura todo, que lo pone todo en su lugar, que me otorga de paciencia, que cada cosa viene a su tiempo, que me aclara las cosas, que con la arruga no hay duda, que más vale tarde que nunca, que es mejor que me vista despacio cuando tengo prisa... Pero también me ha enseñado que hay más tiempo que vida... y la vida se va... vuela... igual que el tiempo...

Últimamente sólo sé sorprenderme a mi misma mirando al reloj, absorta, sin conocimiento de consciencia real de mi propia vida, solo esperando, esperando, esperando... sin disfrutarlo. No me importa. Sólo me importa cuando llega la hora sin saber qué hora es; ese es el momento de quitarle la pila, de romperle la cuerda, de respirar lento y sentir que el tiempo pasa despacio por deseo, por anhelo... Y al final se queda en nada... se esfuma en un segundo, se revela en contra de mí, me hace sufrir, me queda a medias después de tanto esperar, me sorprende si lo miro de reojo y lo veo adelantado y de repente continua, o lo que es peor, si saber porqué lo encuentro desfasado, atrasado y con fecha caduca. Y me sumerjo en un efecto mariposa en el que todo esfuerzo, espera, tesón, consejo y autoconvencimiento se desvanece sin posibilidad de actualizar, de recuperar, de continuar, de quitarme el reloj sin más... Y vuelta a empezar... otra vez las doce.. cada doce... y así hasta que me muera, mirando el reloj, tengo toda la vida.. al fin y al cabo la vida es el tiempo en el que se respira, sea o no lo que uno quiere respirar.

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