--¡Ey! Jorge! Qué casualidad! Justo en este momento iba a buscarte para decirte que empezamos cuando tu quieras-- Se apresuró a decirle al gerente con cara de susto y cabreo, tras dedicarle una matadora mirada al guitarrista nada más llegar.
--Pues no sé a qué estais esperando. Pienso descontaros del bolo la pasta que estamos perdiendo en chupitos gratis para que la gente no se vaya y compre vuestro ruidoso disco-- le contestó el gerente con dedo amenazante casi postrado en la cara de la cantante mientras los demás se iban subiendo al escenario, a la vez que aumentaban los pitidos del público cada vez más impaciente.
Cesar era un hombre en apariencia normal, pero algo en él le declaraba de personalidad extraña sin ni si quiera conocerle antes. A pesar de su típico estilo de guitarrista de rock de pelos desaliñados, barba de tres días, ropa más que aprovechada y dedos amarillos por culpa del tabaco, su presencia emanaba un olor discordante aunque agradable, proporcionaba una sensación inquieta aunque no amenazante. Aún siendo un chico que contagiaba la tranquilidad de sus movimientos, de mirada tranquila y sincera, callado y prudente, había algo en él que se contradecía con su disciplina de músico y virtuosismo con guitarra eléctrica en mano. Tal vez desencajaba en la ambición de éxito de los demás, puede que descuadrara en la emoción que los temas llevaban intrínsecos por ser reveladores, nuevos, modernos y artísticos en plenitud a las vistas del grupo entero, autores todos ellos de un sueño adolescente que adquiría título a la edad de una curtida de experiencia y paciencia en un momento que todos estaban esperando sin fecha de estreno. Pero no les quedaba otra opción. Este guitarrista era el único que destacaba en las características que buscaban en el sustituto que, tan sólo un mes antes del casting de urgencia que se vieron obligados a convocar, había desaparecido sin mediar palabra más que con un mensaje en el foro cerrado del grupo alegando que simplemente no estaba preparado para este proyecto. Cesar poseía una gran capacidad de retención, dominaba sin esfuerzo aparente las escalas en el mástil de la eléctrica, innovaba humildemente en cada solo de cada tema sin salirse de tono y estilo, abduciendo al personal, ya fuera en esayos o audiciones, dotando a cada canción de un acento inesperado que hacía exaltar al grupo entero, provocando una euforia desapercibida en la consciencia de los oídos de quienes en esos momentos se encontraran en el local en el que estuvieran tocando. Aún así había algo en él que rompía el ritmo, que descalibraba el metrónomo de todos...
CONTINUARÁ...
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